Entre sus beneficios además de relajar la acción de los músculos inhibiendo su contracción, también se encuentra el control de la sudoración. La toxina botulínica se utiliza también como tratamiento de la hiperhidrosis de las axilas, la palma de las manos y la planta de los pies. Esto se consigue mediante la relajación del músculo excretor de las glándulas que producen el sudor.

Los resultados de este tratamiento de rejuvenecimiento facial son visibles casi de forma inmediata aunque su máxima expresión siempre será a la semana o semana y media de su aplicación. Los efectos que produce son una piel tersa y uniforme y, normalmente, se mantienen durante un tiempo de cuatro a seis meses. Tras dicho período es recomendable volver a aplicar el tratamiento para obtener un resultado óptimo y duradero en la piel.
La toxina botulínica ofrece muy buenos resultados y amplios beneficios sobre la piel.
Sólo un experto en este tipo de tratamientos sabe cuál es la dosis adecuada para cada caso y las zonas donde debe aplicarse ya que, de lo contrario, se podría producir algún efecto no deseado por exceso de sustancia.